Nadie sabía quién era ella,
ni que rumbo tomaba.
Pero siempre viajaba de un lado
a otro pasando por aquel
lugar. Sus desordenadas pecas
la hacían especial.
Sus ojos gatunos miraban y miraban
y parecía que veían el alma.
Sus labios rojos
despertaban los latidos de los hombres
a su alrededor.
Ella nunca decía quién era
pero todos se inventaban una historia
para esta hermosa criatura.
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