lunes, 16 de abril de 2012

De amiga a no


La hubiera mirado de otra forma, pero la confusión era una sensación que no estaba abierta a otras posibilidades de expresión.

— Sí, no me mires con esa cara. — Me dijo incluso antes de ver mi reacción.

Había un silencio doloroso para los oídos, un silencio inútil que ambas hubiéramos preferido romper, pero que el cansancio, o quizás el miedo, no nos dejó. Dormimos por última vez, juntas.

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— He decidido morir. Lo tengo claro, esta vez no va a haber ninguna salida. Quiero ser directa contigo, y pedirte por favor que nunca lo desveles. — Tan ancha se quedó, de verdad, que me heló la sangre. Estábamos en una habitación pequeña que acogía con un tono salmón sobre las paredes lisas. En esa cama grande con sábanas frescas, cualquiera diría que acabábamos de acostarnos juntas, en el más pornográfico sentido de la palabra. — Tú sabes que te he querido, ¿eh? Eres inteligente, por eso sabes que ahora mismo te utilizo para que, ya que la vida ha decidido hacer de mí un alma solitaria, yo decida por una vez; no irme como ella me mande. Soy egoísta por hacerte esto, pero me lo debes.

— No te debo nada. — Me atreví a interrumpir un guión que seguramente se habría preparado con antelación.

— Me lo debes.

— ¿Por qué? - erguí una ceja, en desaprobación con aquella encerrona que por lo visto, yo le debía.

— Por haber estado a tu lado sabiendo siempre, y cada vez sintiéndolo más, que tú no eras para mí.

sábado, 14 de abril de 2012

Las cosas a tiempo

Me eleva a lo más alto para verme caer.
Entonces, mantequilla, se disuelven mis pies.
Ni una vez siquiera hubo paz entre las bocas
será, será...
serán glaciares que chocan.








Ni una, ni dos... todas las veces. Te quiero

miércoles, 11 de abril de 2012

A mí no se me olvida

Podrá besarme. Mirarme. Oler y sentir, veré su ropa. Admiraré sus gestos, lo amaré. Los cogeré, pequeñitos y dulces, al vuelo, y seré yo la dueña.
La dueña de te quiero y deseo. Y mi calor, el suyo, mi garganta, con su voz. Y así todo, y así, hasta la nada.
Y así hasta que ame, que yo ya, lo hago.

viernes, 6 de abril de 2012

En los brazos de otro hombre

Calla, que así es como me gustan las mujeres.

—  Pues sí señorita, eran las tres de la tarde y te conocí. ¡Qué pechos tan voluptuosos, qué grandeza! Cuanto poder a mi imaginación otorgaban aquellos senos. —  En la plaza, entre el bullicio. A eso se refería el caballero sin sombrero, a que la divisó en la plaza del mercado.
— ¿Y sólo se fijó usted en eso? —  Preguntó la muchacha despojando su cuerpo de las ropas, a punto de entregarse en cuerpo y lo que ella creía ser el alma.
— ¡Qué va! —  rió, acercándose ya al cuerpo de la chica con intención de ayudarla en su torpe acción. ¡Aún quedaba ropa sobre ella! — Querida, eres inteligente. Culta, una chica leída. Y vaya carácter. ¡Eres un limoncito, cariño! Mmhh...
— ¿Un limoncito? —  ¿Qué era un limoncito, Señor? ¡Un limón agrio! ¡Con eso me compara! (Pensando).
—  Claro. Corteza en la superficie, agria cuando te desprendes de ella; pero tan dulce la tentación de querer saborear...
—  ¡Ay! ¡Qué daño, caballero! Me ha cogido usted muy fuerte.
— ¿Qué insinúas? ¿De mí un impaciente? — sorprendido se retiró, viendo cómo giraba su estirado cuello para buscar sus ojos —  Yo no me acuesto con alguien así. Ahora mismo, hazme un favor, sal de mis aposentos.
—  Pero caballero, yo no... me estaba haciendo usted dañ...
—  NADA. —  le interrumpe —  ¡Qué excusa de fariseo!
— ¿Y de qué me acusa? ¿Dejo entonces caballero, si es que aún merece ese trato, que me lastime? — Vistióse con rapidez y anduvo hasta la puerta.
— Cuán engañado me tenías, meretriz de calle. — Desprecio. Sólo desprecio soltaba aquella lengua viperina. — ¡Sola, sola! Sin esposo, ni criaturas, ni siquiera un animal te acompaña en tu vida. ¡Dios es justo, por una vez!
— Piense usted a quién deseó por unos instantes meter en su cama y ese será su tormento. Y cuando descubra qué equivocado se halló en su pensamiento, sabe Dios cuando, llore. Llore  en su casa cansado de una esposa frívola  y mire quién tuvo razón el día que decidió compartir placeres carnales con una soltera de mala fama.




Y un portazo; la rabia. Pasos en escalones; reconocimiento. La imagen de su espalda; arrepentimiento.

miércoles, 4 de abril de 2012

Ojalá no te enamores

Porque yo si lo he hecho. Duele y quema por dentro, es como algo que destruye todo lo que tienes. Lo que quieres, lo que deseas; borra todo para ocupar su lugar. ¡Enamorarse! ¡Qué maldita pérdida de tiempo! Yo lo hice y ni espero ser correspondida. Sólo espero a que todo se termine, a volverme a enamorar, aunque sea de una flor. Una distracción en mi corazón y todo estará bien. Ojalá, no te enamores.